30 abr 2010

La sifrina de caurimare... y sus herederos.




En Venezuela suele hablarse de una “generación boba” que estaba integrada por un sector de la juventud en la década de los ochenta, quienes anhelaban con adquirir todos aquellos productos “fantabulosos” que se ofrecían en la televisión, soñaban con viajar al mágico mundo del ratón, ser populares y ser reinas de belleza -en el caso de las chicas-. Sin embargo, no podemos obviar, que al mismo tiempo, otros jóvenes más realistas protagonizaron muchas de las protestas estudiantiles en pro de los derechos de los mismos -aunque centenares no pudieron culminar sus estudios pues no vivieron para ello-  ¿o es que acaso creen ustedes que ese pasaje estudiantil que con toda normalidad pagamos diariamente, surgió de la nada?, o porque los autobuseros son gente amable que adoran a los estudiantes...
Pero de lo que aquí queremos comentarles es sobre aquella generación boba y sus herederos, quizás alguno de ustedes habrá escuchado una muy absurda canción llamada “La sifrina de Caurimare” (http://www.youtube.com/watch?v=1aseQzJI4zg), y si prestan atención a su letra podrán comprender el por qué de la generación boba. Ahora bien, el problema de esta generación pasada es que ha dejado una secuela que aún hoy vemos y que nuestras “fantabulosas” cadenas televisivas, con un estilo “nuevo” y ritmos de raggaeton –ya no es Karina dando alaridos desde su ventana o El ídolo de la generación que se ponía a pintarte-, ahora y como siempre, insisten en bombardear a las mentecitas de estos jóvenes herederos de la “simpar de Caurimare” con ideas fuera de órbita y productos inútiles que al poco tiempo se hacen desechables. De hecho podríamos atrevernos a decir que sus programaciones no han cambiado mucho, salvo porque hay sexo mucho más explícito que antes, pero en términos generales, la televisión sigue igual!.
Laura Pérez una chica sifrina con telarañas en la cabeza, lastimosamente puede reconocerse en algunos –no todos- jóvenes venezolanos en pleno siglo XXI. Un ser autómata que pareciese poseer incrustado un chip –no diremos dónde- que lo ha programado para ser un animal de consumo, con un ímpetu arrollador por irse de “esta mierda” –el país- y un particular dispositivo clasista que ante la presencia de alguien “diferente” a él o ella suena un “bit” –claro diferente es todo aquel que sea de otro color y no tenga papis importantes, ni viva en el este... de Caracas, obvio! Lo demás es monte y culebra, ¿ok?-. Pero aquí, como les comentaba hace un momento, la televisión ha sido la nodriza de estas “criaturas trans” –por aquello de la comida y grasas transgénicas, muy en boga en estos tiempos y además principal fuente de alimento para nuestros herederos de la Simpar de Caurimare- pues hace unos días escuchaba a unos chicos que hacían comentarios sobre un comercial –de estos intravenosos que transmiten a cada 5 minutos y reiteradamente nos dicen “llame ya”!- el cual les parecía:
-¡Demasiado de pinga ese comercial!.
-Es demasiado bueno ese aparato y todo pero el tipo me da una risa.-el comercial era otro de los miles de aparatos inútiles para la cocina, claro este es un “inofensivo” de los tantos ejemplos, pues ni hablar de la oleada de idiotez que vivimos con la serie Somos tú y yo... -. 
Al escuchar esto le doy la razón  a Lipovetski, estamos en la era del vacío... no hay conciencia de las cosas, no hay cuestionamiento de aquello que se les presenta o de lo que se lee –cuando se lee-, hay un completo individualismo y la estupidez pululando por el aire; pero no todo está perdido! pues así como me tocó escuchar la conversación más absurda entre estos chicos –“que se están formando en la mejor universidad de esta mierda, en donde se supone deben vencerse las sombras...” - tuve el agrado de presenciar la gran perspicacia de un chiquillo que no pasaría de los 4 años, que al contrario de los anteriores, era observador y además de los por qués respectivos, era asertivo, conocía mucho más la realidad que mis chicos universitarios y además era muy coherente en lo que hablaba -realmente el ya está venciendo las sombras-. Quizás los hijos de la Simpar de Caurimare algún día reaccionarán y de no ser así, este pequeño de no más de 4 años, los  va a avasallar... 

 Vanessa Montilla

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