7 ago 2010

¡Un sentimiento!

Con cariño, para un buen amigo 


Qué cosa más curiosa!
¡un sentimiento!, ¡la oveja negra!...
pero por extraño que parezca,
es el ser más especial de todo el rebaño...
quizás, apenas esté comenzando su viaje,
ese que todos emprendemos,
aquel que a diario vivimos,
pero la joven sabiduría le acompaña
junto a los inagotables deseos
de conocer nuevas maravillas...
Con la templanza y la serenidad,
es un espíritu juguetón,
dulce, sabio y curioso por aprender
que ilumina el día de todo aquel
que durante su viaje, se cruce en su camino.

Vanessa Montilla. 

5 ago 2010

Felicidad...


Hoy un poco más animada y llena de dicha, la felicidad está en el simple hecho de contemplar un atardecer... aunque quizás pueda ser melancólico, ese toque de dulzura, un tinte de añoranza y gotas de sueños forman el bosquejo de una sonrisa en el rostro. Pero existe algo más, los “otros”... extraños, cada cual es un mundo, cajas de Pandora llenos de sorpresas, quizás sintamos miedo a lo desconocido, pero hoy un poco más animada y llena de dicha, esos “otros” forman parte de mí, ya no son extranjeros intrusos... en la diversidad se encuentra misteriosamente la armonía. Y así, un poco más animada y llena de dicha, he encontrado a estos grandes maestros de vida... Continuaré mi viaje al no se donde, guardando en mi equipaje los recuerdos, que, junto a ellos he construido. Entre la conciencia y los sueños yacen los secretos de esta extraña peregrina que lleva consigo el calor de aquellas risas, de aquellos abrazos y de esa bonita postal donde cada uno contribuyó en ese instante a la felicidad del otro... 

Vanessa Montilla

29 jun 2010

Sin sentido...



Cuantos por qué revolotean en mi mente esta noche, como las mariposas que buscan la luz de la vieja lámpara de aceite. Estoy en esta cajita de cuatro paredes, con el silencio que retumba en los oídos, esos que escucharon melodías alguna vez... mi compañía no es otra que la de las mariposas y la araña, que laboriosamente teje sin descanso la tumba de algún desafortunado insecto.  Allí, junto a la biblioteca, está el antiguo teléfono descompuesto, recordándome que ya toda comunicación con el exterior ha sido cancelada, ahora la discusión ha de ser interna, ¡pero vamos! Hace tanto tiempo que asisto a aquellas discusiones conmigo misma y creo que yo y yo, hemos llegado a la conclusión de que la opción ha de ser el Narcisismo. Sí, una locura –y usted que lee esto, también está loco! Como yo...-  un sin sentido quizás, pero si la vida tuviera sentido, no sería más que una fotografía borrosa en blanco y negro, no se logra ver otra cosa que no sea una mezcla extraña de grises; por ello prefiero cocinar mi vida de modo diferente, con un toquecillo de tonterías, una pizca infantil, una cucharadita de desvergüenza y un derroche de sentimientos, muy variados eso sí, ¡viva la pluripolaridad!, lo bipolar se quedó con lo blanco y negro... y entre tantos por qué, pienso que quizás ya no debería preguntar, dejemos esa tarea para los chicos, creo que interrogué a más de un adulto con esa preguntilla incisiva en más de una ocasión cuando era niña, aunque aún me persigue la preguntita, por qué pasan ciertas cosas, por qué a mí, por qué me miran raro –este último por qué, surge por la receta que anteriormente apuntaba-. Tras varios sorbos de Sauvignon, más que preguntarse uno o varios por qué, la visión –si bien, borrosa- te hace ver claramente y reformulamos la pregunta a ¡¿qué carajo?! Mientras la melodía del amado interrumpe el silencio y el dionisiaco aroma impregna el ambiente, esa voz que canta tienes que creer para poder ver* me hace implorar a los Dioses un instante en el nirvana, sin por qués... qué carajo! Entre tanto, con la bandera del narcisismo izada, continúo con la irreverencia de una niña de 5 años y la poca “templanza” de estos 25, con la papilla de licor y los poemas de aquellos que ya no están, camino por el brocal amarillo cual equilibrista porque la acera está llena de gente y es aburrida... y cuando me miran se preguntarán pero... ¿por qué? Y yo pienso... ¡qué carajo!. 

*fragmento de la canción Mental by Kinesia

Vanessa Montilla

4 jun 2010

y allá va...

Fotografía: Ansel Adams

Y allá va... algunas veces con vestido,
lazos y encajes de lolita...
otras veces, amanece más oscura,
y el color de los cuervos la invaden,
pero algo “tiernito” ha de llevar,
y allá va... como aquella niña detrás del espejo,
sólo que su verdadero mundo es el de revés...
las cosas normales le asustan,
todo mundo ama el dulce!
ella dice: “algo cítrico, por favor”...
y allá va... a veces la mujer,
otras veces la niña, pero allá va...
y su tristeza, oculta, silente,
se anuda en el lacito que ha de llevar,
pero al final del día lo desata y causa estragos.
Las líneas de algún escritor la consuelan,
y otras veces, la Apocalyptica melodía...
y allá va, con zapatitos ridículos,
continuando su viaje al no sabe donde,
quizás llore, pero siempre,
en el más recóndito lugar, encuentra pequeñas,
pero grandes alegrías...
y allá va... soñando con el quizás,
recordando el perfume de la “abue”,
ella que ya no está, y sólo en la memoria,
lleva consigo su espíritu.
Y allá va... intentando perdonarse,
para que el equipaje de viaje sea más liviano,
en dónde sólo hayan postales y poemas,
con sonrisas de dientes de leche,
y las historias que con el vino,
contó en una noche de amigos,
eterna compañía bendita..
Y allá va... con un poco de miedo,
pero allá va...


Vanessa Montilla

2 jun 2010

Quisiera...

Cómo quisiera escucharte un poco más cerca,
que cantes para mí, en una tertulia de sonrisas,
y así hacer más apetecible la copa de vino tinto.
Escuchar entre el sonido de la guitarra, a la flor...
Esa!, la rosa pintada que tanto me gusta,
Y así, con la sagrada compañía de los amigos 
y entre los sorbos de vino y pedacitos de alegría,
recordar con tus melodías que aún sigo viva!


Vanessa Montilla

9 may 2010

Llegó la hora de partir...




Y llegó la hora de partir...
Es inútil seguir dando vueltas en círculos,
Nada tiene sentido, ni vos que tanto amo,
Porque ante mis desbordantes sentimientos hacia vos,
respondes con la frialdad más distante,
como por costumbre, posiblemente no le inspiro otra cosa,
Gentil algunas veces, quizás por cortesía.
Y llegó la hora de partir...
hacia una muerte segura, con deseos de olvidar,
así como vos me has olvidado tantas veces,
pasaré silente, como un viejo espíritu,
que nadie ve, que nadie escucha, que nadie recuerda...
y llegó la hora de partir...
no se a donde ni en qué preciso instante,
pero sé que he de partir, con el recuerdo de vos,
y de los otros no correspondidos, como vos,
descabellados soldados que me han dejado,
me han dejado llena de heridas de guerra,
algunas han sanado, sí, pero las tuyas,
aquellas que tatuaste en mi ser, esas amor,
aún laten al compás de este estropajo de corazón.
Y llegó la hora de partir...
Hacia la nada, hacia la soledad, fiel compañera,
a quien temo desde niña, ¡pero vaya ironía!
ha sido ella mi eterna compañera,
y llegó la hora de partir...
llevándolo a vos en mi cajita de memorias,
en el estropajo ese que tengo por corazón,
con amor para vos, mi querido imposible, amado “O”

Vanessa Montilla 

3 may 2010

Si acaso, a quien pueda interesar...


   Fuente de imagen: http://www.banksy.co.uk

Escribo estas líneas, si acaso, a quien pueda interesar, pues ya no creo que nada importe, hoy mi ánimo ha tocado el fondo del Hades, ya no se si estoy molesta o triste, quizás ambas, ¡qué importa ya!. Es simplemente el fantasma de la ausencia, de lo que no pudo ser, de lo que no puedo ser, es el fantasma de la exigencia, del deber ser, cuyo deber no puedo cumplir, no quiero. La perfección es algo volátil que no podré perseguir porque no quiero. Aquí estoy, “perfectamente imperfecta”, desnuda ante el mundo que nada le importo, y por qué habría de hacerlo, si a veces creo que tampoco me importa él. Si te preocupas por el “mundo” te tildan de soñador, utópico sin razón, aunque dicen los buenos cristianos que hay que ayudar al prójimo, ¡pero vamos! Que los más creyentes se hunden en sus propios “yo” y olvidan al “otro”, pues están muy ocupados en aquella búsqueda de la “perfección”  y el éxito, alguien les dijo –estoy segura de que no fue el anfitrión de la última cena-, que hay que hacer dinero para ser alguien en la vida, si eres hombre; y hermosa y sin neuronas, si eres mujer... quizás así lo ha dado a entender la religión publicitaria.
Yo me pregunto qué será eso de ser alguien en la vida, ¿qué es un alguien?, ¿qué es la vida?. Yo no lo sé, quizás porque no soy hermosa –y tampoco tengo ni las ganas ni el dinero como para copiar el cuerpo de una miss- y porque aún me acompaña alguna que otra neurona, por eso no puedo ser aquella que la sociedad aprueba, sencillamente estoy reprobada porque yo digo que la confusión no fue invento de Confucio.
Al inicio decía que no sabía si estaba molesta o triste, ciertamente, no lo sé, y aunque quiera hacer caso omiso a las reglas de este mundo, allí están, asechándome, como el fantasma de lo correcto, de la obligación social y moral, el fantasma de lo que no puedo ser para el ser amado–pues aunque lo intentara, jamás resultaría, así que  lo siento mucho si lo defraudo-. Estos fantasmas no son más que Inquisidores de la santísima perfección, me persiguen como a una hereje hechicera que adora al ángel más bello –aunque para mí, el ángel más bello no es el mismo al cual se refieren los cristianos-, pero ellos no entienden que no puedo negar mi esencia y que muchos otros como yo, eternamente nos negaremos  a ser borreguitos blancos y esponjosos que siguen por los siglos de los siglos el patrón, que un pequeño grupo a cortado para nosotros. Por eso, así como muchos otros “herejes”, decidí tomar el camino de los locos, tontos bohemios, utópicos sin utopía –así nos ha catalogado la distinguida, moral, perfecta y ante todo muy correcta sociedad-. Todo aquel que toma el barco de la poesía, el movimiento, la interpretación, las melodías y las pinceladas, no es más que un tripulante de barco pirata que hay que vetar. Pero la rebeldía es mucho más fuerte y por eso preferí leer a Carroll y navegar por sus relatos “sin sentido” antes que tener que aprenderme el aburrido código procesal penal que muy probablemente castraría mi imaginación –pero ah! ¡Sería tan perfecta si estudiara derecho!, el problema es que soy zurda y la derecha nunca me ha gustado-. Por eso también, preferí pintar cuerpos y rostros, llenos de colores, luces y sombras, pues de anatomía sólo quizás, sé lo necesario para decirle al doctor me duele aquí o allá. No sé hacer cálculos para crear súper máquinas y construir viviendas o de fórmulas para destruir el ecosistema, sólo sé sentir, ver imágenes, recordar olores e imaginar cosas irreales cuando escucho una melodía.
Entonces, sigo navegando en este barco pirata, perseguido y vetado por la santísima perfección, corriendo velozmente de un lado a otro, para que los templarios del deber ser no me apresen y con el bisturí del camino correcto, me hagan una cirugía plástica forzosa, para montarme en el carril del “estilo”, el “estatus” y la “vaciedad” del ser moralmente correcto, pues bendito sea todo aquel que haga algo para ganar dinero –aunque sea pisoteando al prójimo, pues con dos padres nuestros ese pecado estará saldado-  y decir que tiene “caché”, como un distinguido abogado que aunque no ha hecho doctorado se hace llamar doctor y envés de bufete sólo conozca de buffet, porque es “donde hay’”; o cualquier perfecto creyente de la fe, que estudia lo que mami y papi quieren, por aquello de la escala social y/o económica. Por ello aunque me sienta en el fondo del Hades, no puedo comulgar con la religión, esa que construye a perfectos autómatas y a perfectos estúpidos.
Han subestimado el lado sensible del ser, sólo es importante fabricar robots hacedores de dinero y muñequitas Barbies listas para abrir las piernas, han subestimado lo “irracional” del ser porque sencillamente se les ha olvidado ser; pues sólo quieren imitar a tal o cual estrella de la religión mediática- San Fashionista y la Santísima Ósea Hello!-  y yo... yo quizás quisiera ser como una estrella sí, pero quizás como la osa menor, está tan lejos y es amiga de la noche...
Así pues, esta religión de la sociedad perfecta y moralmente hipócrita, tilda de locos herejes a los que hemos tomado el camino del arte, el arte del ser independientes de pensamiento, el arte del ser verdaderos, con un poco más de defectos que virtudes, pero somos, o eso intentamos cada día al desnudarnos cuando escribimos un poema, al interpretar una melodía en un desgastado instrumento, al  protestar en unas tablas, al danzar junto a las sílfides mientras suena la música o simplemente la imaginamos, al darle color y forma a los sentimientos, por ello, a esos defensores de la fe, que nos señalan como “dañados”, vagos y artistas locos, perdonadles señor, que no saben lo hacen...

Vanessa Montilla